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Descubrir quién eres. ¿Puede ser que sea esa nuestra única misión? Podría ser ese el fin de este artículo.

Podría ser…

  • …descubrirte a través de tu entorno.
  • …descubrirte a través de situaciones, circunstancias, experiencias.
  • …descubrirte a través de pensamientos.
  • …descubrirte a través de ideas, patrones, ideologías, culturas.
  • …descubrirte a través de tus reacciones.
  • …descubrirte a través de tus acciones.
  • …descubrirte a través de tus emociones.

Descubrirte, sorprenderte, reconocerte, recordarte a través del mero hecho de observar. Verte sin jucio, solo verte con ojos de niña, sin ni siquiera buscar entendimiento racional o lógico. Con eso llega un entendimiento experiencial, sentido con claridad, de descubrir quién eres. Un descubrimiento que no atiende a preconceptos, ideas, normas o patrones, que simplemente llega con claridad, con honestidad, un “no sé”.

¿Puede ser que todo lo que experimentamos, vivimos, sea para descubrirnos?

  • ¿Cómo me alimento?
  • ¿Cómo me relaciono con otros?
  • ¿Cómo me relaciono conmigo?
  • ¿Cómo me siento ahora?
  • ¿Cómo me relaciono con el tiempo?

¿Y si te descubres solo dejándote ver sin juicios, viendo lo que te gusta o no te gusta en ti, aceptando, mirando con compasión y amor? ¿Y si aceptas que te llenas de alimentos, bebidas, sustancias, relaciones superficiales, quejas, apegos (adicciones) físicos o emocionales, control… para no ver,  para no descubrirte y que te descubran? ¿Pudiera ser que nuestra vida sea una bonita proyección (película) donde vamos a una escuela a aprender jugando?

Las personas elegimos, decidimos a cada instante y así vamos creando nuestras experiencias. Por eso se nos dice que somos los creadores de nuestra realidad. Nuestra realidad será dirigida en el cambio deseado tanto como vayamos descubriendo nuestra capacidad, nuestro poder de cambiarnos. Responsabilizarnos de nuestras vidas sin echar balones fuera (es decir, querer que vengan otros a hacerlo por mí) nos llevará a descubrirnos, conocernos, aceptarnos, liberarnos, perdonarnos, amarnos.

A veces incluso podemos llegar a culpar a nuestros pensamientos, como si nos fueran ajenos y como si desde afuera alguien tuviera el poder de venir a arreglar nuestra vida. Te has visto queriendo cambiar a otros, te has visto queriendo que otros cambien algo por ti y/o en ti. Y mientras tú permaneces estático o haciendo que otros actúen, manifestando tus quejas y tu victimismo y evitando por todos los medios actuar en ti. No podemos esperar a que otros nos cambien. ¿Te has visto intentando cambiar las emociones, ideas, pensamientos y patrones de otros? ¿Puede ser  que sea porque no conocemos nuestra capacidad de cambiarlo en nosotros mismos?

Buscamos en el cambio en el exterior nuestra felicidad interior. Si él o ella cambia soy feliz, si esto o aquello cambia soy feliz. El cambio solo viene, nace en ti y desde ti. No podemos responsabilizar a otros de nuestras decisiones, no podemos culpabilizarlos de cómo experimentamos, vivimos, sentimos, pensamos, reaccionamos, actuamos o no actuamos y desde qué perspectiva lo hacemos. Somos los únicos de capaces de producir nuestro propio cambio, solos o con algo de ayuda, apoyo o guía. Lo que está claro es que sin la decisión propia, sin la voluntad interna, absolutamente nada ni nadie nos pueden cambiar. Somos los únicos responsables de nuestra felicidad.

Sin la decisión propia, sin la voluntad interna, absolutamente nada ni nadie nos pueden cambiar

El descubrirse a uno mismo requiere de profunda y sincera honestidad

Podemos exigir a otros honestidad y sinceridad (eso es lo que espero de otros), pero también podemos aprovechar para descubrir cuánto de honestidad y sinceridad hay en nosotros. Si tus respuestas llegan desde el ego (“yo hago”, “yo digo”) no estás siendo honesto contigo mismo: solo es un relato, la historia que te cuenta tu personaje.

Puede ser que descubrirte sea un camino, un viaje a tu interior sin destino final. Que la finalidad última sea ser feliz solo por cada instante, descubriéndote a través de la honestidad, la compasión y el amor. Cada viaje interno son pequeñas píldoras, clics, sorpresas claras de verdadero entendimiento que no atiende a la razón.

Te dejo este mensaje de la maestra Kwan Yin a través de Guillermina Simó Rico que me responde todas las cuestiones que se han ido planteando a lo largo de este artículo:

“Tropezó mi Alma mil vidas, para sorprendida ver que vivir de una forma consciente era simplemente la clave para no volver a caer jamás en la trampa de Hacer para poder Ser. Ser quien soy fue completar, por fin, la misión en esta vida de mi Alma. Tan sólo esto era lo que ella pedía”.

Yolanda García

Health Coach por el IIN (Institute for Integrative Nutrition of NY)

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